Escribe Rogelio Alaniz en un artículo en
El Litoral:
No me alegra la muerte de Pinochet, entre otras cosas porque mi mayor satisfacción hubiera sido que la justicia, la justicia de los hombres se entiende, lo condenara a él y a sus cómplices, a él y al sistema represivo y criminal que montó a partir de setiembre de 1973. La muerte no es un castigo, es el destino de todos, y mucho menos es un castigo para un hombre de noventa y un años, por lo tanto, alegrarse porque alguien muera a esa edad es algo gratuito.
Pues eso...
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